La noche se encontraba en apogeo. La obscuridad y el frío habían
inundado aquellos olvidados barrios de la ciudad. Donde la carencia abundaba
cada uno de esos humildes y desgastados hogares. Donde la inseguridad creada
por los mismos habitantes se hacía notar de manera impresionante, tachando sus
calles como una zona roja.
Uno de los lugares más abandonados económicamente que fue
arrastrado a la delincuencia. Un lugar al que no cualquiera podía o se atrevía
a ir, sin embargo, era el lugar al que JaeHwan había caído tras un encuentro
inesperado.
Tres hombres que parecían tener grandes músculos ocultos con
capuchas negras de cuero. Aquellos con los que había chocado tras salir de su
trabajo y que intentaron llevarle. Seres que no parecían normales de cualquier
modo que intentara verles porque el simple hecho de tenerles cerca provocaba
grandes escalofríos en su cuerpo. Porque sin necesidad de decir lo que pensaba,
ellos ya lo sabían… porque sin dar su nombre o algún dato, ellos conocían
demasiado.
Uno de ellos tenía rostro el rostro marcado por una cicatriz que
en el momento que le tuvo enfrente, podría haber jurado la acaban de hacer. Tan
profunda y grande que los tejidos estaban a la vista de todos. Uno más tenía en
su calva y rostro los tatuajes que parecían ser signos. Signos que sólo había
logrado ver en algunas películas de terror por lo que les catalogaba como
malignos.
Lo peor de todo era que cada uno de ellos no podía pasar
desapercibido, sin embargo, parecía que sólo él los podía ver. Sólo él escucho
esa voz espeluznante que hizo erizar su piel y contraer algunos de sus músculos
faciales de miedo. Sólo él pudo ver que el golpe que le dio al tercer ‘hombre’
no le causo ningún daño y al contrario, le hizo soltar una risa macabra… una
risa que quedaba grabada en su pensamiento.
¿Cómo llego a la zona roja? No lo entendía… había caminado por
muchos lugares pero en ninguno de ellos estaba seguro. Las calles estaban
desiertas y la iluminación estaba dañada. Cada una de las calles que había
pisado en el pasado no estaban donde debían. Todo estaba distinto. Cada vez se
perdía más y aquellos pasos firmes, seguros y largos seguían detrás de él.
Ninguno de los hombres corría con el esmero de Ken y aun así siempre estaban
demasiado cerca.
Orillándole cada vez más a esa zona. Al lugar de donde no
saldría vivo.
JaeHwan sin saber lo que esos chicos deseaban hacer con él, y
sin ningún afán por saberlo de propia carne, apresuraba su caminar cada vez
más. Estaba en la zona más peligrosa de Seúl y debía salir a como diera lugar.
Doblo una vez más en una de las esquina y entró en su callejón
de perdición. Dos edificios. Uno a cada lado con escaleras de fierro que daban
a los inseguros departamentos. Delante de él, una enorme barda y detrás,
seguramente los mismos tipos que iban persiguiéndole.
Lo pasos habían cesado el caminar pero la presencia de aquellos
seres se podía aspirar provocando constantes escalofríos. Un aura inexplicablemente
terrorífica. Y así, caer en un callejón sin salida era sin duda, para él, el
último lugar que habría pisado en vida.
--- Lee JaeHwan –Habló nuevamente el hombre que por jugarreta de
sus ojos apareció justo enfrente de él. Ken creyó estarse volviendo loco. Cerró
los ojos esperando que al abrirlos el hombre estuviese donde debía estar, detrás
de él. Inútil. El hombre seguía enfrente mirándole de frente, esperando por
alguna reacción.
--- El chico no lo sabe… esto
quita la diversión al juego. No haremos ningún esfuerzo. –Habló el hombre con
la enorme cicatriz a lo que el tatuado le dio un golpe en las costillas.
--- Cállate Jin. –Hablo el segundo, luego se dirigió al otro tipo que era el líder
del trio -¿Seguro que es él? –El hombre inspecciono el delgado cuerpo del chico.
Los tres se miraron entre sí, luego, los obscuros ojos del líder se acercaron
más. Miró los ojos de Ken y de la nada aspiro de su cabello.
--- Aun huele a ella, un maldito siglo y su horrendo olor no
desaparece –Pronunció con odio. Los hombres comenzaron a festejar entre ellos
aun sin apartar la mirada de su presa. Habían dado con parte fundamental de la discordia actual
entre el cielo y el infierno.
Ken era demasiado valioso… Vivo o muerto… Por dinero o por
venganza.
Esperaban hacer los planes más tarde. Definir exactamente lo que
le convenía más pero no contaban con la presencia de otros tres. Aquellos seres
con tez aún más blanca y cuerpo delgado que de ninguna manera permitirían que
llevasen a cabo sus planes. No cuando eso les perjudicaría de cualquier modo. Los
tres aguardaban al momento preciso… no serían tan idiotas como lo habían sido
los demonios.
--- ¿Qué quieren? ¿Quiénes son? –Habló sin pensarlo el muy
asustado Ken.
--- Oh, perdón por no presentarnos –Habló el líder con una
pequeña reverencia- Jin –Dijo apuntando al hombre de la cicatriz –Dong –Señalo esta
vez al hombre tatuado y al final se presentó a él mismo –Y tú servidor ´Seung´
y la razón es muy evidente. Estamos aquí por ti, para llevarte con nosotros.
Los hombres se fueron dispersando un poco para que Ken siguiera caminando. Le
iban guiando a la salida del callejón cuando un grupo de delincuentes se les
puso enfrente.
Aquello era un pequeño contratiempo y un fastidio que debían terminar
pronto. No se sentían demasiado seguros en ese lugar.
Los adolescentes trataron de llegar a cada uno de ellos. Con
armas de fuego y armas blancas trataron de arrinconarles en una de las paredes
para que les entregaran cosas de valor. Lo
que jamás supieron era que se enfrentaban a seres de otro mundo. Seres
despiadados que no se detendrían por nada. Que les harían daño en un abrir y
cerrar de ojos.
--- Dejen que me divierta –Habló Jin a sus compañeros quien
inmediatamente le dieron el placer de proseguir él solo.
Jin se zafo del agarre en el que le tenían y a pesar de ser
lastimado por una bala, justo en la cabeza, la bala no causo ningún quejido por
parte suya. De manera cautelosa los chicos trataron de alejarse. No lo
lograron.
El hombre de la cicatriz tomo sin ningún esfuerzo a dos por el
cuello y les arrojó en contra de la pared. El sonido de sus cráneos impactando
en el concreto y la sangre que quedo marcada dieron a entender que los cuerpos
inertes estaban muertos.
Algunos sollozos se escucharon en el lugar antes que Jin se acercara
a la chica que los causaba. La tomo del rostro y antes de poder hacerle daño
tres hombres más se acercaron al lugar.
El instinto de los ángeles no les permitiría ver como mataba a
otras dos personas. Dos de ellos trataron de arreglar lo que había sucedido con
los chicos, pero fue inútil. La joven, por su parte, fue defendida por el
tercer ángel dando así la oportunidad a todos esos chicos para que corrieran a
un lugar seguro.
--- Nuestros ángeles han llegado –Habló Seung mientras sujetaba
a Jae Hwan. –Hee, Chung y Bae… algunos
de los más poderosos ángeles, es un honor.
--- ¿Se estaban divirtiendo? –Habló el más alto (Bae). Ken quería correr. La forma en la que
aquellos seres le hacían sentir era indescriptiblemente horrorizante. Cada uno
desprendía un aura diferente pero ambas le estremecían demasiado.
Por un lado los hombres que le sujetaban le hacían estremecerse
y le provocaban demasiado miedo. Los otros le tranquilizaban pero parecían
absorber parte de su energía.
No se sentía seguro con ninguno de los dos bandos y tenía
razones. Ninguno de los dos le quería proteger realmente. Ambos bandos sólo
luchaban por conseguirle y tener ganancias de él.
--- Antes de que llegaran –Contestó Dong quien ya se preparaba
para un enfrentamiento. Los movimientos de su mano se estaban haciendo más
constantes y aunque Ken no quería creerlo, de su mano salía una bola de fuego.
Ya era suficiente con ver aparecer y desaparecer personas para
sentirse loco. Esa era lo más lógico ante aquellas presencias… porque si no
estaba loco, entonces esos seres no eran humanos y eso conllevaba muchos más
problemas y miedos para el chico.
Los hombres que también vestían de negro reaparecieron. Cada uno
enfrentando de manera violenta a los otros. Tiempo de pelear entre ellos y de
correr para Ken.
Todo se volvió borroso en cuanto se golpeó la cabeza contra uno
de los muros y cayó al lado de los otros hombres. Luchaba por mantenerse
cuerdo… se sujetó como pudo del muro para darse sostén. Uno de sus pies estaba
lastimado y le era difícil mantenerse y caminar.
Aprovecharía que los hombres se molían a golpes para poder
escapar… Esa podría ser su única
oportunidad.
Como podía, trataba de seguir caminando pero de pronto algo le
detuvo. Cada uno de sus músculos no respondía a lo que pedía. El dolor y la
desesperación de no poder hacer lo que quería era lo peor de todo. Su cuerpo
parecía no ser suyo.
Una fuerza sobrenatural desconocida le hizo quitar los pies del
piso, como si estuviese volando, para girar y quedar enfrente de uno de los
primeros hombres. Aquel con una cicatriz traspasando su rostro le miraba con
una sonrisa de lado que le hizo estremecer. No era bueno. Lo sabía. Lo sentía.
Giro como pudo su rostro mirando un cuerpo inerte. Aquel contra
el que luchaba estaba muerto.
Ken no podía procesar lo que estaba sucediendo a su alrededor.
¿Qué rayos eran esas personas? ¿Qué querían de él?
Destrozado por la idea de mirar como mataron a un hombre, cerró
los ojos. No quería ver más. No podría.
Los presentes se estaban matando unos a otros, sin ninguna piedad.
Tomaban cuanto objeto tenían enfrente para destrozarse unos con otros
provocando estruendosos golpes, pero eso no era todo… esos seres tenían la
habilidad de desaparecer en un lugar y aparecer en otro, de estar en el aire,
de lanzar objetos sin tocarlos y sobre
todo de lanzar bolas de fuego.
Era una plena locura. Aquello no podía existir.
Debían ser juegos mentales. Debía ser un sueño. Deseaba que
fuera de esa manera.
--- Me permito pensar que no se estaban divirtiendo sin mí
–Habló una voz femenina que hizo que todos detuvieran lo que hacían. Asombrado
por no escuchar ningún golpe más y esperando la peor muerte para la chica se
zafo de la fuezra que le detenía. No logró entender como golpeó al hombre y le
lanzó unos tres metro lejos.
Era ilógico que un hombre tan robusto enfrente de él llegue tan
lejos por el golpe de un simple chico como él.
La mujer que estaba cerca sonrió de lado y en un abrir y cerrar
de ojos había terminado con el hombre de la cicatriz. Lo sujeto contra una de
las paredes, el hombre luchó por zafarse del agarre pero le fue inútil. La
fuerza de la chica era excepcional y ninguno de los presentes se atrevió a
ayudar al tipo.
--- Nadie puede hacerle daño –Pronunció la chica para después
tomar toda energía vital del hombre. Poco a poco se fue quedando inerte, hasta
desaparecer todo rastro de él. Lo había vuelto polvo.
Ken sintió miedo por la escena, sin embargo, la chica no inspiró
el mismo sentimiento. Aquella chica le pareció un refugio en esos precisos
momentos. La única salida. Su salvación así que en cuanto pudo se puso detrás
de ‘la extraña chica’.
Oh por Dios, me has dejado sin palabras. Me podrás de matona nuevamente :3 por eso te amo. Este capítulo estuvo emocionante a más no poder, despúes de tanto tiempo que me dices que loq ue escribes es malo, que ya no me la croe :v ahora no sé que hacer con el mini-fic, ese si está quedando feo para que veas :DD Bueno esperaré a que subas la siguiente parte o un capitulo de one shot o algo de los nuevos fics o lo que sea, ya sabes que amo como escribes. Sh <3 e :*
ResponderEliminarJajaj tranquila, me tiene que llegar la inspiración, si no, ni cómo rayos podré escribir jajaj. No había visto tu comentario <> y pues ya verás los siguientes, te vas a querer morir(? o te morirás(? jajja :*
EliminarTengo que encerrarme aquí un día y ponerme al día con vuestros fics. Soy una pésima lectora :S espero que cuando termine la maratón pueda relajarme y entrar aquí por un día, no salir hasta que lo lea todo y no tener deudas jajaajajaajaj ><
ResponderEliminarJajja pues cuando termines el maratón entraré inmediatamente a leer jejje
EliminarSoy tan rebelde que me he leído primero la segunda parte :3
ResponderEliminarEn serio, soy gilipollas jajajajaja -se va a leer lo que tiene pendiente-
jaja estabas haciendo trampa...
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